lunes, 4 de enero de 2010

Tu boca, la Luna

Me duele el alma de agua que me haces por dentro.

Como un ser extraño, me conformo con arrancarte una sonrisa, que me hables de la existencia de cosas que desconozco. Que ilumines mi cerebro primitivo.Que me hagas entender lo que siempre he dejado pasar cual multiplicacion de primero básico.Tú no lo entiendes porque eres demasiado inteligente, mi dama.

Dime al oído: Soy tu dama. Desliza gemidos obscenos a través de esos labios que deseo con toda mi alma, mi pequeña y triste alma. Porque es lo único pequeño que tengo, el alma y el cerebro.

Dilo: Soy tu dama.

Por favor, no me obligues a pensar tanto. Un collar de cuero negro ceñido a tu garganta y mi mano sujetando la cadena de él prendida. Eres mi luna, mi lejana.

Dímelo, hazme creer que no es de mi cuello donde pende la cadena que sujeta tu mano.
Tu mano de luna.

Y yo me tumbaré, me acariciaré hasta que me sangre el cuerpo y de entre tus labios asome tu lengua de luna nueva.

Por favor, por mi orgullo, no dejes que te ame. Deja que te contemple, deja que te tome de la mano y cierra esos malditos ojos que me derrotan.

Y no sonrías, y no seas tú, y no me toques, y no hables si no has de decir: Soy tu luna.

Es tan duro (...), tan difícil...

Eres mi alma. Y yo un pobre imbécil.


(...) a la subjetividad

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