lunes, 23 de enero de 2012

De lunas, felinos y escapados

Con la luz de la luna, entrando suavemente por un hueco en su ventana
las cortinas semioscurecidas por el polvo y los pesares,
la muchacha semidesnuda se detiene frente al inseguro muchachito,
miedoso y ansioso, preocupado por lo que ocurrirá minutos después.

Ruidos de sirenas, aullidos de perros y pasos lejanos
las magulladuras de la tarde aún arden en su rostro, los
moratones aún duelen, los ojos hinchados y la respiración agitada
los dedos de la joven acarician su rostro, lentos besos en su mejilla
fueron la mejor terapia para sanar a ese gusano que habitaba en su corazón

Pues dime; ¡¿que te han hecho?! pregunta ella lamentándose, mientras que mirando
al suelo el chico solo responde con un último suspiro: "hazme el amor, hazme sentir como nunca
antes lo sentí, abrázame con tus venas, arrópame en tu corazón y no me dejes ir, no al menos por
esta noche. Por la mañana volviendo al infierno ya lo sabrás."

Jadeos, calor, las sabanas arrugadas por tanto movimiento, las frías ventanas sintieron el calor humano
después de tanto tiempo; las bombas, las metrallas, el sufrimiento, el dinero, la enajenación diaria que ha de sentir
un humano se fueron por el alcantarillado, una nube, esta vez no de humo, sino que de ternura se apropió de la gris habitación.


Miradas cómplices se cruzaron, ríos de salada saliva, mezclada con sangre de sus labios, balbuceando un apretado "te quiero",
velas a la mitad, con la tenue luz de su fuego, bailando al ritmo de los cuerpos, sudor y lágrimas, intentando detener el tiempo,
6 am. y los primeros bríos de luz comienzan a atravezar los vidrios, pero la noche es larga, y el dolor duradero, así que los dos escapados
abrieron sus caminos, bifurcados ya para caminar juntos, hasta la muerte, o quién sabe, si algún viaje los enamora nuevamente
en la selva o en algún bosque, lejos de el cementerio ciudadano, reforzando aún más el asco que solían sentir ante los horrores de la
civilización.

Con un ojo semi abierto, despierta Jean, con una vorágine de pensamientos, unos ojos debilitados por el día anterior lo están mirando , detenidamente,
pasivos, tranquilos, depositando en el una seguridad jamás antes sentida -"Buenos días amor" saluda Violeta- Éste sonríe, y le besa su frente.
-¿Me vas a contar lo que te hicieron?-
-Tomemos nuestras bicicletas y ya lo veremos-

Y así comenzó un nuevo día rumbo a algún lugar.

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